La chucha y el Toche
Había en mi casa un toche
prisionero en una jaula
donde su flauta de oro
alegremente tocaba;
comía exquisitamente
y hacía mil acrobacias
dentro de su cautiverio
sin que jamás se cansara,
pareciendo que él dijera:
"Nada mejor que mi jaula"
Mas una noche serena,
silenciosa y plateada,
se acercó astuta y hambrienta
una chucha hasta la jaula,
y con maligna sonrisa
y con pérfidas palabras
dice al toche, que asustado
saltaba lleno de alarma:
"No te inquietes, avecilla,
avecilla idolatrada,
soy tu amiga que de paso
voy a dormir a mi casa.
¿Cómo es posible que vivas
prisionera en esta jaula
tú que eres entre las aves
la más linda y estimada?
Asómate, vida mía,
y verás el panorama
de esta noche tan hermosa,
tan placentera y tan diáfana.
Te contaré las delicias
de la libertad amada
y los halagos que el mundo
brinda a los seres que lo aman”
Y aunque tímida y miedosa,
el ave batió las alas
en señal de que aplaudía
la lisonja y la alabanza;
y envanecida por esto
sacó por entre la malla
la cabeza, y al instante. . .
una feroz dentellada
cortó, como guillotina,
la cabecita insensata;
y sin tardanza ninguna
el marsupial se la traga
quedando aún palpitante
el resto dentro la jaula.
Aprended, niños y jóvenes,
esta lección de la fábula.
El mundo con sus halagos
de placeres y asechanzas
traidoramente os invita
para mataros el alma.
El que insensato burlando
la paternal vigilancia
del hogar, se lanza al mundo
tras libertades insanas,
le sucederá lo mismo
que al ave de nuestra fábula:
la guillotina del mundo
mutilará cuerpo y alma.
ARUL. Diciembre- 1963
TOMADO CON FINES PURAMENTE CULTURALES DE LA PUBLICACION:
EL ECO DEL VATICANO No. 695,
ORGANO OFICIAL DE LA DIOCESIS DE GARZON,
OCTUBRE DICIEMBRE 1982,
DIRECTOR: SACERDOTE LEONIDAS ORTIZ LOSADA (ACEVEDUNO)
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