Recuerdos de Acevedo Huila "BLOG CULTURAL" Editor: Edgar Mora Cuéllar
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martes, junio 08, 2010
Palabras de Gilberto Vargas Motta en 1990 (Bicentenario de San Agustín Huila)
Tras nueve lustros vuelvo a esta comarca con los mismos sentimientos y el mismo asombro que me llevó a decir con el poeta: "Descalza tu coturno, oh! viajero, porque la tierra que pisas es sagrada".
Sobre esta eminencia andina, cuna del río de la patria, se congregaron las tribus de triple migración en sucesivas corrientes humanas para consagrar en la piedra sus sentimientos y escribir con el cincel la historia de sacerdotes y guerreros y rendir culto a la vida en sus dos dimensiones: la madre que da a luz y el sarcófago que presupone la eternidad. Es aquí el templo abierto donde la perennidad se detiene en la mudez comunicativa de la piedra.
San Agustín ha sido signo vivo de integración humana donde las migraciones de pueblos han forjado nuevos pueblos. Crisol de razas donde las ansias de independencia personal y crecimiento, son el factor aglutinante, San Agustín es hijo de la dulce esperanza y la fuerte voluntad de gentes de fe, robustecidas en la lucha por un ideal en donde lo espiritual se mezcla con lo pragmático en simbiosis creadora.
Al celebrar el segundo centenario de la fundación legal de este poblado, dignificado por siglos por nuestros padres indígenas, deseo rendir tributo de gratitud a tres generaciones de fundadores: los primitivos que reclamaron sus tierras bajo la protección del Obispo de Popayán Ángel de Velarde y Bustamante y del corregidor de Naturales doctor Lucas de Herazo y Mendigaña; los inmigrantes del Cauca y Nariño desplazados por la intolerancia de las guerras civiles de fines del siglo XIX; y la tercera personificada en los creadores de la municipalidad en su dimensión eclesiástica, civil y cultural.
Posiblemente tras un ágil venado, como en la leyenda clásica, el indio Alejandro Astudülo, acompañado de los indígenas Domingo, Martín y Bonifacio Santanilla, Santiago y José Angalí, Apolinar Chimunga, Jerónimo Añasco, Sabino Chilito y Vicente Leytón, descubrieron pequeña y verdeante meseta que les ofreció protección por sus abruptos límites, abundantes y generosas aguas y promisorios bosques, sitio apropiado para asentar sus familias al rededor de una capilla doctrinera, sin sospechar la existencia del testimonio lítico de los genitores.
Con sus esposas e hijos se ubicaron cerca al arroyo de El Cabuyal a inmediaciones de la Estrella, presididos por la estatua del flautista, símbolo de legendaria tradición artística. Aún cuando el gobernador de la Provincia don Diego de Ospina, señaló terreno para el resguardo de San Agustín y don Jorge de Valderrama hiciera restitución legal de tierras a los ocupantes, de hecho los nuevos propietarios de la Hacienda de Laboyos, que extendían su ambición hasta donde se perdiera el azul de las montañas, emprendieron acción legal contra los fundadores del poblado.
Medio siglo entre incisos, rúbricas y engolillados personajes fueron necesarios para que el virrey don José de Ezpeleta y Galdeano, autorizara la fundación legal del poblado, cuyo segundo centenario congrega hoy a la ciudadanía huilense. Las insistentes súplicas de los vecinos fueron atendidas con el nombramiento del Presbítero doctor Jacinto de Victoria como cura interino de San Agustín y su anexo Los Laboyos.
Transcurrió un largo siglo de somnoliente vida solo interrumpida por la presencia de algunos científicos extranjeros que siguieron las huellas de Fray Juan de Santa Gertrudis y el sabio Francisco José de Caldas hasta cuando lo hicieron conocer nacionalmente, el coronel Agustín Codazzi y el general Carlos Cuerzo Márquez. Es en esta época cuando se efectúa el segundo poblamiento con la llegada de inmigrantes de Cauca y Nariño.
Muñoz, Burbano, Pino, Guzmán, Hurtado, Ibarra, Ordóñez, Ñañez, son entre otros, apellidos que van rubricando su presencia con pastizales ubérrimos que complementan los sembrados de coca y pancoger de los primitivos pobladores. Un interesante proceso de adquisición de tierras, de cambio económico y de presencia cultural transforma el ambiente en una especie de continuidad sociopolítica de la tradición generada por la Universidad y sociedad caucanas.
En el primer cuarto de siglo de la presente centuria se realiza la fundación civil de San Agustín. Correspondió liderar la idea a un sacerdote hecho a imagen de su pastor, Monseñor Esteban Rojas. Fue el Padre Arsenio Repizo, un sacerdote nacido en Aipe, de donde salió a realizar estudios en el Seminario de Bogotá, que vio interrumpidos por la crisis económica de fines del siglo XIX, consecuencia de las guerras civiles. Monseñor Rojas lo llevó al Semirario Mayor en Elias y luego en Garzón, donde fue ordenado el 7 de octubre de 1899. Ejerció su ministerio siempre en parroquias con doble cabecera: Tesalia, Paicol y Nátaga, Alpujarra y Colombia, Altamira y Tarqui, Villavieja y Colombia, Altamira y Tarqui, Villavieja y Aipe, Tello y San Antonio de Fortalecidas y, en 1907, párroco de Pitalito y San Agustín, centros religiosos que debía atender simultáneamente.
Las visitas semanales a San Agustín por los caminos de Criollo y Matanzas y el ascenso por el Alto del Obispo para avisorar el valle sagrado embrujaron al dinámico sacerdote que en 1917 resuelve quedarse en San Agustín y desde allí atender a Pitalito.
La presencia del Padre Repizo origina una serie de cambios sociopolíticos que se inician con el desembotellamiento de San Agustín y su integración al Huila. Don José María Burbano y otros dirigentes cívicos lo acompañan y con la ayuda del diputado Simón E. Arboleda obtienen la Ordenanza de creación municipal, ejecutada por el gobernador Gratiniano Camacho, con el nombramiento de don José María Burbano como primer Alcalde El 20 de julio de 1926, toma posesión el primer equipo administrativo que debe permanecer en la memoria ciudadana; además del Alcalde, don Abraham Bravo con la suplencia de don Joaquín Sánchez, como juez; don Jeremías Repizo Vanegas, personero; don Teodolfo Rivera, tesorero. A este grupo de meritorios ciudadanos debemos agregar los nombres de los integrantes del Concejo Municipal inaugurado el 8 de Agosto: Lorenzo Muñoz, Raimundo Hurtado, Heliodoro Ñáñez, Gustavo y Leopoldo Muñoz, Alcides Muñoz, Juan B. Cabrera, Francisco Cabrera, Rodoldo Pino y Vicente Guzmán. Este grupo de patriarcas, generadores de familias de pro, constituyen el núcleo del actual San Agustín: pronto se unen a él Pastor Motta, Rubén Mazorra, el pedagogo e historiador Carlos Ramón Repizo, los Ordóñez, Tiberio López, Félix Trujillo, Nicanor Cabrera y tantos otros que con vigoroso aliento inician la apertura del poblado a nuevas realidades.
El comercio local busca la expansión y así cruza el camino del Azafrán para vitalizar el asentamiento de Papalito en las bellas planicies denominadas por el Alto de los ídolos y que luego sería el municipio de Isnos.
Tras la presencia de Preus y la creación del Parque Arqueológico por Eugenio Salas Trujillo, la investigación arqueológica tiene su esplendor con Pérez de Barradas, Ceballos y Luis Duque Gómez, que se constituyen en su máximo divulgador, así como Eduardo Unda y Tiberio López en sus celosos defensores.
En la mente del Padre Repizo, hombre de extensa formación humanista, no cabía el florecimiento material sin centros difusores de la cultura. Además de las escuelas en las veredas gestionó la creación del Colegio de La Presentación en 1938 y 6 años después ayudó la del Instituto de Bachillerato y Comercio, fundado por el sacerdote humanista licenciado Ignacio Córdoba Cruz, establecimientos transformados luego en el Cooperativo del Sagrado Corazón y el Nacional Laureano Gómez. Conpletan esta plataforma cultural la fundación de la Emisora Atalaya Agustiniana por el Párroco Jorge Eduardo Vargas y la Casa de la Cultura, difusoras del patrimonio espiritual agustiniano.
Desde Alejo Astudillo hasta Arsenio Repizo hay un rutilante periplo de lucha por la conquista de un territorio naturalmente aislado pero que se revela nacionalmente a la par que sus juventudes lo descubren en su valor artístico. Es la aurora luminosa de la esperanza.
El descubrimiento del río Magdalena se detiene por siglos ante la muralla de sus cordilleras e incomunica a San Agustín, pero desde la tercera fundación se abre a Colombia como el corazón humano, desde su interior, y hoy, tras la cumbre de sus doscientos años, despierta a los dioses tutelares para proyectarse no como el municipio olvidado de los pesimistas sino como el trono de Dios con que lo soñó el artista.
San Agustín, noviembre 24 de 1990
Gilberto Vargas Motta
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GILBERTO VARGAS MOTTA.- Natural de Acevedo. Periodista profesional, profesor de Historia y Literatura de la Universidad Javeriana. Su actividad pedagógica y literaria la inició en 1944 como vice-rector del Instituto de Bachillerato y Comercio, Colegio Córdoba. Ha desempeñado los cargos de Secretario de Educación, Contralor de Neiva, Administrador del Hospital San Miguel de Neiva, Gerente de la Caja Departamental de Previsión, Rector del Instituto Ciudad de Neiva, Presidente de la Academia Huilense de Historia y profesor de numerosos Colegios. Pertenece a varias organizaciones culturales y academias de historia, educación y letras.
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Tomado del libro: BIOGRAFIA DEL PADRE ARSENIO REPIZO de Ignacio Córdoba C.
Homenaje de la Municipalidad de Aipe (Huila) a San Agustín (Huila) Editado en 1992
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Sobre esta eminencia andina, cuna del río de la patria, se congregaron las tribus de triple migración en sucesivas corrientes humanas para consagrar en la piedra sus sentimientos y escribir con el cincel la historia de sacerdotes y guerreros y rendir culto a la vida en sus dos dimensiones: la madre que da a luz y el sarcófago que presupone la eternidad. Es aquí el templo abierto donde la perennidad se detiene en la mudez comunicativa de la piedra.
San Agustín ha sido signo vivo de integración humana donde las migraciones de pueblos han forjado nuevos pueblos. Crisol de razas donde las ansias de independencia personal y crecimiento, son el factor aglutinante, San Agustín es hijo de la dulce esperanza y la fuerte voluntad de gentes de fe, robustecidas en la lucha por un ideal en donde lo espiritual se mezcla con lo pragmático en simbiosis creadora.
Al celebrar el segundo centenario de la fundación legal de este poblado, dignificado por siglos por nuestros padres indígenas, deseo rendir tributo de gratitud a tres generaciones de fundadores: los primitivos que reclamaron sus tierras bajo la protección del Obispo de Popayán Ángel de Velarde y Bustamante y del corregidor de Naturales doctor Lucas de Herazo y Mendigaña; los inmigrantes del Cauca y Nariño desplazados por la intolerancia de las guerras civiles de fines del siglo XIX; y la tercera personificada en los creadores de la municipalidad en su dimensión eclesiástica, civil y cultural.
Posiblemente tras un ágil venado, como en la leyenda clásica, el indio Alejandro Astudülo, acompañado de los indígenas Domingo, Martín y Bonifacio Santanilla, Santiago y José Angalí, Apolinar Chimunga, Jerónimo Añasco, Sabino Chilito y Vicente Leytón, descubrieron pequeña y verdeante meseta que les ofreció protección por sus abruptos límites, abundantes y generosas aguas y promisorios bosques, sitio apropiado para asentar sus familias al rededor de una capilla doctrinera, sin sospechar la existencia del testimonio lítico de los genitores.
Con sus esposas e hijos se ubicaron cerca al arroyo de El Cabuyal a inmediaciones de la Estrella, presididos por la estatua del flautista, símbolo de legendaria tradición artística. Aún cuando el gobernador de la Provincia don Diego de Ospina, señaló terreno para el resguardo de San Agustín y don Jorge de Valderrama hiciera restitución legal de tierras a los ocupantes, de hecho los nuevos propietarios de la Hacienda de Laboyos, que extendían su ambición hasta donde se perdiera el azul de las montañas, emprendieron acción legal contra los fundadores del poblado.
Medio siglo entre incisos, rúbricas y engolillados personajes fueron necesarios para que el virrey don José de Ezpeleta y Galdeano, autorizara la fundación legal del poblado, cuyo segundo centenario congrega hoy a la ciudadanía huilense. Las insistentes súplicas de los vecinos fueron atendidas con el nombramiento del Presbítero doctor Jacinto de Victoria como cura interino de San Agustín y su anexo Los Laboyos.
Transcurrió un largo siglo de somnoliente vida solo interrumpida por la presencia de algunos científicos extranjeros que siguieron las huellas de Fray Juan de Santa Gertrudis y el sabio Francisco José de Caldas hasta cuando lo hicieron conocer nacionalmente, el coronel Agustín Codazzi y el general Carlos Cuerzo Márquez. Es en esta época cuando se efectúa el segundo poblamiento con la llegada de inmigrantes de Cauca y Nariño.
Muñoz, Burbano, Pino, Guzmán, Hurtado, Ibarra, Ordóñez, Ñañez, son entre otros, apellidos que van rubricando su presencia con pastizales ubérrimos que complementan los sembrados de coca y pancoger de los primitivos pobladores. Un interesante proceso de adquisición de tierras, de cambio económico y de presencia cultural transforma el ambiente en una especie de continuidad sociopolítica de la tradición generada por la Universidad y sociedad caucanas.
En el primer cuarto de siglo de la presente centuria se realiza la fundación civil de San Agustín. Correspondió liderar la idea a un sacerdote hecho a imagen de su pastor, Monseñor Esteban Rojas. Fue el Padre Arsenio Repizo, un sacerdote nacido en Aipe, de donde salió a realizar estudios en el Seminario de Bogotá, que vio interrumpidos por la crisis económica de fines del siglo XIX, consecuencia de las guerras civiles. Monseñor Rojas lo llevó al Semirario Mayor en Elias y luego en Garzón, donde fue ordenado el 7 de octubre de 1899. Ejerció su ministerio siempre en parroquias con doble cabecera: Tesalia, Paicol y Nátaga, Alpujarra y Colombia, Altamira y Tarqui, Villavieja y Colombia, Altamira y Tarqui, Villavieja y Aipe, Tello y San Antonio de Fortalecidas y, en 1907, párroco de Pitalito y San Agustín, centros religiosos que debía atender simultáneamente.
Las visitas semanales a San Agustín por los caminos de Criollo y Matanzas y el ascenso por el Alto del Obispo para avisorar el valle sagrado embrujaron al dinámico sacerdote que en 1917 resuelve quedarse en San Agustín y desde allí atender a Pitalito.
La presencia del Padre Repizo origina una serie de cambios sociopolíticos que se inician con el desembotellamiento de San Agustín y su integración al Huila. Don José María Burbano y otros dirigentes cívicos lo acompañan y con la ayuda del diputado Simón E. Arboleda obtienen la Ordenanza de creación municipal, ejecutada por el gobernador Gratiniano Camacho, con el nombramiento de don José María Burbano como primer Alcalde El 20 de julio de 1926, toma posesión el primer equipo administrativo que debe permanecer en la memoria ciudadana; además del Alcalde, don Abraham Bravo con la suplencia de don Joaquín Sánchez, como juez; don Jeremías Repizo Vanegas, personero; don Teodolfo Rivera, tesorero. A este grupo de meritorios ciudadanos debemos agregar los nombres de los integrantes del Concejo Municipal inaugurado el 8 de Agosto: Lorenzo Muñoz, Raimundo Hurtado, Heliodoro Ñáñez, Gustavo y Leopoldo Muñoz, Alcides Muñoz, Juan B. Cabrera, Francisco Cabrera, Rodoldo Pino y Vicente Guzmán. Este grupo de patriarcas, generadores de familias de pro, constituyen el núcleo del actual San Agustín: pronto se unen a él Pastor Motta, Rubén Mazorra, el pedagogo e historiador Carlos Ramón Repizo, los Ordóñez, Tiberio López, Félix Trujillo, Nicanor Cabrera y tantos otros que con vigoroso aliento inician la apertura del poblado a nuevas realidades.
El comercio local busca la expansión y así cruza el camino del Azafrán para vitalizar el asentamiento de Papalito en las bellas planicies denominadas por el Alto de los ídolos y que luego sería el municipio de Isnos.
Tras la presencia de Preus y la creación del Parque Arqueológico por Eugenio Salas Trujillo, la investigación arqueológica tiene su esplendor con Pérez de Barradas, Ceballos y Luis Duque Gómez, que se constituyen en su máximo divulgador, así como Eduardo Unda y Tiberio López en sus celosos defensores.
En la mente del Padre Repizo, hombre de extensa formación humanista, no cabía el florecimiento material sin centros difusores de la cultura. Además de las escuelas en las veredas gestionó la creación del Colegio de La Presentación en 1938 y 6 años después ayudó la del Instituto de Bachillerato y Comercio, fundado por el sacerdote humanista licenciado Ignacio Córdoba Cruz, establecimientos transformados luego en el Cooperativo del Sagrado Corazón y el Nacional Laureano Gómez. Conpletan esta plataforma cultural la fundación de la Emisora Atalaya Agustiniana por el Párroco Jorge Eduardo Vargas y la Casa de la Cultura, difusoras del patrimonio espiritual agustiniano.
Desde Alejo Astudillo hasta Arsenio Repizo hay un rutilante periplo de lucha por la conquista de un territorio naturalmente aislado pero que se revela nacionalmente a la par que sus juventudes lo descubren en su valor artístico. Es la aurora luminosa de la esperanza.
El descubrimiento del río Magdalena se detiene por siglos ante la muralla de sus cordilleras e incomunica a San Agustín, pero desde la tercera fundación se abre a Colombia como el corazón humano, desde su interior, y hoy, tras la cumbre de sus doscientos años, despierta a los dioses tutelares para proyectarse no como el municipio olvidado de los pesimistas sino como el trono de Dios con que lo soñó el artista.
San Agustín, noviembre 24 de 1990
Gilberto Vargas Motta
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GILBERTO VARGAS MOTTA.- Natural de Acevedo. Periodista profesional, profesor de Historia y Literatura de la Universidad Javeriana. Su actividad pedagógica y literaria la inició en 1944 como vice-rector del Instituto de Bachillerato y Comercio, Colegio Córdoba. Ha desempeñado los cargos de Secretario de Educación, Contralor de Neiva, Administrador del Hospital San Miguel de Neiva, Gerente de la Caja Departamental de Previsión, Rector del Instituto Ciudad de Neiva, Presidente de la Academia Huilense de Historia y profesor de numerosos Colegios. Pertenece a varias organizaciones culturales y academias de historia, educación y letras.
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Tomado del libro: BIOGRAFIA DEL PADRE ARSENIO REPIZO de Ignacio Córdoba C.
Homenaje de la Municipalidad de Aipe (Huila) a San Agustín (Huila) Editado en 1992
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FRAGMENTO DE UNA PINTURA
SCOUTS
BACHILLERES 1973 - COLEGIO NACIONAL SIMON BOLIVAR DE GARZON HUILA
Murio hace 40 años
Poemas de Joaquín Peña Gutiérrez
compañero asesinado cuando
empedraba las frágiles paredes
de esta noche que por ahora
es nuestra patria.
I
Ellos
compañero
siembran nuestra esperanza
cada vez que entierran nuestras vidas
Ellos
compañero
siembran nuestro mañana
sellándonos ahora la mirada
Esta, compañero
nuestra disculpa a una muerte
y la justificación de una vida
Ellos
compañero
necesitan transitar nuestras avenidas
con sus balas sellos u.s.a.
para mantener limpios de nuestras hambres
sus oscuros rumiaderos
Ellos
compañero
por eso voltearon tu boca viento mañanero
y callaron tu canto río lleno
y pudrieron tus piernas carrera verde
y aquietaron tu corazón torrente
escarbándote la vida
c o m p a ñ e r o
II
Aún no te había crecido
la ternura a la altura del dolor
y el amor era apenas una sucia mueca
del diario arrastrarse de la miseria regada
pero aun así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombra las pupilas
Aún biches eran tus manos
y tu espalda aún frágil
para levantar tanta impudicia
y cargar este sufrimiento acallado de nuestro pueblo
pero aún así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombra las pupilas
Aún tenias corta la mirada
y no te alcanzaron los ojos
para divisar lo escondido detrás de las balas:
el fulminante dorado que las hace estallar
a la menor insinuación de ruido en sus predios
pero aún así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombra las pupilas
Aún tus pasos
no eran pasos para recorrer
una larga distancia hacia la vida
ni tus pies conocían ya
cuánto silencio tenían que romper
pero aún así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombras las pupilas
Tu corazón,
era tan pequeño aún tu corazón
tenias aún tan niño el corazón
que no pudo albergar la vida
junto a ese frío tremendo
que te acuñaron
y ese frío no podía cohabitar con la vida
ni tampoco quiso salirse de tu costado
porque él no era más que
el remecero servicial
que te traía la eternidad
en el sombrío golpeteo de las balas.
JOAQUÍN PEÑA GUTIÉRREZ
Bogotá, mayo 13/73.
Tomados de LECTURAS DOMINICALES - EL TIEMPO
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