Recuerdos de Acevedo Huila "BLOG CULTURAL" Editor: Edgar Mora Cuéllar

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lunes, octubre 16, 2006

CUEVA DE LOS GUACHAROS EN ACEVEDO HUILA

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CAMINO A LA CUEVA DE LOS GUACHAROS EN SAN ADOLFO HUILA
FOTOGRAFIA DE EDGAR MORA C.
ENVIADA POR YOLANDA QUINTERO ARTUNDUAGA
ENVIADA POR YOLANDA QUINTERO ARTUNDUAGA
ENVIADA POR YOLANDA QUINTERO ARTUNDUAGA
FOTOGRAFIAS DE UNA EXCURSION EN JUNIO DE 1982, ORGANIZADA
POR LA ALCALDESA SILVIA QUIROGA DE CUELLAR.


El PNN Cueva de los Guácharos, una Reserva de Biosfera declarada por la UNESCO en 1980, es un enclave de selva andina en el suroriente del departamento del Huila sobre la cordillera occidental, uno de los últimos relictos de bosque virgen del sur del departamento. Fue el Primer Parque Nacional Natural declarado con el objetivo de conservar un conjunto de cuevas de gran valor geológico y faunístico. En ellas habita el guácharo, un ave nocturna que dio su nombre a las cavernas.
Entre los atractivos más vistosos y bellos de este parque están precisamente las cuevas de los guácharos. Al entrar en estas formaciones geológicas, el ruido ensordecedor del aleteo de miles de estas aves rompe la quietud del interior de la tierra. Pero los guacharos no son los únicos habitantes de estas selvas, con ellas una infinidad de especies de fauna hacen de este lugar un santuario de diversidad biológica. Monos, roedores, venados, osos, zorros, tigrillos, tigres y pumas, entre otros muchos como las 267 especies de aves que surcan los cielos del parque viven aquí.
La actividad ecoturística para realizar en el PNN es el campismo o caminatas largas guiadas por diferentes zonas como el Robledal, el Mirador, la Quebrada Cristales, el Puente natural sobre el río Suaza, la asociación vegetal el pesebre, las Cuevas del indio, del Hoyo y de los Guácharos. Cuenta con un centro de visitantes con capacidad para 38 personas que incluye restaurante y aula ambiental; tiene también una zona de camping para 5 6 carpas medianas dotada de servicios sanitarios.
Para visitar el PNN Cueva de los Guácharos, es necesario contactar y solicitar el apoyo de los guías y funcionarios del área protegida en las oficinas del parque en Neiva o en la Dirección Territorial en Popayán.
AREA: 9.000 hectáreas

UBICACIÓN: vertiente occidental de la cordillera oriental, en el municipio de Acevedo, en el Departamento del Huila.

ACCESO: Desde Neiva a Pitalito (3 horas), de Pitalito a Palestina (1hora), desde allí se conduce hasta la escuela rural de la vereda La Mensura (1/2 hora). Puede contratarse un guía y mulas para llevar la carga y no perder el camino. De allí se hace una caminata de dos horas y mediante un trayecto de tres horas hasta el Centro de Visitantes Andaquí. De allí hasta la Cueva unos 15 minutos.
Desde Popayán hasta Pitalito (6 horas), de Pitalito a Palestina (1hora), desde allí se conduce hasta la escuela rural de la vereda La Mensura (1/2 hora). Puede contratarse un guía y mulas para llevar la carga y no perder el camino. De allí se hace una caminata de dos horas y media hasta la cabaña la Cascajosa y finalmente un trayecto de tres horas hasta el Centro de Visitantes Andaquí. De allí hasta la Cueva unos 15 minutos.
Desde Neiva a Acevedo (3 horas), de Acevedo a San Adolfo (1 ½ hora), de San Adolfo a la escuela de Vereda Villa Fátima (½ hora), de la escuela Villa Fátima al Centro de Visitantes Andaquí (4 horas). De allí hasta la Cueva unos 15 minutos.
TEMPERATURA PROMEDIO: entre 15 y 20 grados centígrados

Recomendaciones:
Las temperaturas del Parque son medias (15 a 20 C° en promedio), por ello se recomienda a los ecoturistas llevar ropa abrigada para las noches y ligera para las caminatas, botas de caucho, impermeable, equipo de campamento, repelente y alimentos con alto contenido energético. Además es necesario tener las vacunas requeridas para la selva tropical. Acoja las recomendaciones dadas por la Unidad de Parques Nacionales en el momento de hacer su reserva.
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Relato publicado en las páginas literarias de el periódico "El Siglo" de Bogotá en su edición del 13 de octubre de 1945 y tomado del libro de Gilberto Vargas Motta: Monografía Histórica de Acevedo:

LA CUEVA DE LOS GUACHAROS
Es Acevedo uno de los poblados más pintorescos del Huila; situado en la margen izquierda del río Suaza, es centro agrícola de primer orden como que produce el mejor café suave del departamento. Al norte del municipio demora el eglógico valle del Suaza, manto de esmeralda, y a sus cuatro costados se extienden ricos campos. Como lugares de turismo ofrece la Cueva de los Guácharos y las fracciones de San Antonio y Llanitos donde descubrimos en el año pasado (1944) interesantes grabados andaquíes de que dio amplia información "El Siglo".

Con el objeto de aprovechar los breves días de descanso de medio año, resolvimos hacer una excursión a la famosa Cueva de los Guácharos, una de las bellezas naturales de Colombia. Integramos la comitiva, el padre Teófilo Motta, don Jesús Motta, los estudiantes Ernesto Motta Vargas, Franco Vargas Motta, don Bernardo Betancourt y el que esto escribe. (Gilberto Vargas Motta)

Una vez hechos los preparativos de rigor, "fiambre", frazadas y armas, emprendimos la marcha hacia el floreciente corregimiento de San Adolfo.

Iniciamos el viaje, pletóricos de contento, por entre fincas cubiertas de excelentes pastizales; nos hallábamos en el reino del trabajo dignificador. Bordeando el río Riecito de pura linfa, llegamos después de hora y media del viaje a la casa de doña Rosa María de Achury, donde fuimos obsequiados con leche en abundancia. Tras este refrigerio continuamos el camino; al cabo de media hora penetramos en la montaña centenaria: cedros gigantescos, robles mayestáticos y mil variedades de árboles, orgullo de la Flora; bejucos que se prenden, lianas que se columpian, parásitas de diferentes colores y primorosas inflorescencias. Todo, un regalo espiritual. Emprendimos el ascenso a una derivación de la Cordillera Oriental que se interponía entre nosotros y el Suaza; el camino, senda o "trocha" era fatigante y cortaba en parte la antigua vía para la explotación quinera de don Lorenzo Cuéllar; la temperatura fue descendiendo: 18º, 16º y 14º C. en la cumbre. Un rápido descenso y llegamos a las márgenes del Suaza al filo del medio día; después de almorzar el "fiambre" y de reposar seguimos por las estribaciones de la cordillera entre el rudo batallar de las bestias y la expectativa constante. A las 3 de la tarde enviamos las caballerías a un potrero cercano, bajo el cuidado de "el godo". Debíamos continuar a pie: con el gracejo y la risa a flor de labio hicimos hasta el final de la jornada. Caídas, peligrosas deslizadas y chistes por doquier eran las alternativas de la marcha.

Con las cuatro de la tarde llegamos a la finca de José Hilario Figueroa, valiente colono que comienza a cosechar el fruto de su esfuerzo. Recibimos allí la más franca y cordial acogida. Registramos una temperatura de 16º C. y ambiente seco; el baño y un rato de ejercicio de tiro nos ocuparon hasta el caer de la tarde.

Al día siguiente emprendimos la marcha a las 5 a. m. Cuánto habíamos ansiado ese día! Por fin veríamos la renombrada cueva y nos daríamos cuenta por nuestros ojos de las maravillas que sobre ella se han dicho. Después de hora y media de caminar por la montaña virgen llegamos a la que se apellida "Cueva Pequeña". Una gran eminencia rocosa se presenta a la vista; de sus entrañas brota impetuoso el río Suaza; y por una angosta abertura abre la tierra sus entrañas a los ojos ávidos de conocer sus secretos. Se penetra en un estrecho pasillo que se amplía a medida que se adentra en él. Con suficientes luces nos introdujimos por el laberinto; a uno y otro lados se abrían nuevas sendas, extraños pasadizos y columnatas de diverso y extravagante orden arquitectónico. Después de avanzar unos 20 metros conocimos la causa del poderoso ruido que atronaba el espacio: el río Suaza se presentaba ante nosotros a una profundidad de 35 metros en su lecho de rocas eruptivas, retorciéndose cual Prometeo indio. Las espumas de las aguas se levantaban hasta lo alto y las rocas aledañas se decoraban con los más diferentes matices. Allí pudimos observar los primeros nidos de guácharos, de forma circular y confeccionados con arcilla. También apreciamos diferentes fósiles de los cuales sacamos algunas muestras. Después de una hora de paseo salimos a la superficie.

A un hectómetro aproximadamente de la Cueva Pequeña se encuentra en dirección sur, la que llamamos "Cueva de las Estalactitas". De amplia portada simétrica, paredes de tipo volcánico y no mucha profundidad, esta cueva presenta la particularidad de encantar la vista con innumerables estalactitas que semejan catedrales góticas invertidas. Las agujas que la exornan se descomponen por la luz y dan la ilusión de irisadas perlas de singular encanto. También encontramos muestras de Conchitas fósiles y de plantas rudimentarias. A las nueve de la mañana salimos de esta cueva de fantasía oriental.

En dirección a la propiamente llamada Cueva de los Guácharos continuamos la marcha; a las nueve y tres cuartos llegamos a la mansión de Juan Casas, colono boyacense, donde fuimos obsequiados con sus atenciones. Temperatura 18º C. Caminando por pastizales, campos de sembrados y montañas llegamos a la CUEVA DE LOS GUÁCHAROS a las once y cuarto a. m. Frente a nosotros se presentó una inmensa roca hasta de 60 metros de altura; a su lado izquierdo, la "cueva del fiambre" o cueva Sur. Temibles ruidos salían del antro oscuro; gritos ahogados, aguas despeñadas, la emoción de lo sublime y la imaginación enloquecida. Registramos un ambiente térmico de 19º C. y decidimos introducirnos por la "cueva del fiambre" profundo pasadizo en ocasiones estrecho y adornado con bellísimas columnatas laterales y arcos de medio punto por donde seguían nuevas vías. Avanzamos unos 200 metros amparados por suficientes luminarias; tomamos nuevas muestras de fósiles y regresamos al punto de partida recordando la tradición que nos cuenta que esta cueva se prolonga hasta Cerro Punta y Villalobos. Tan pronto salimos nos dimos a la tarea de hacer los honores a nuestro fiambre típicamente huilense.

Y como nos mordiera el ánimo el deseo de penetrar al objetivo principal de nuestra excursión, ingresamos al antro; la portada romana de 12 metros de altura por 20 de ancho permite pasear por un amplio salón con una serie de balcones a lado y lado. Pronto hubimos de utilizar luces y nos encontramos ante el río Suaza que, retorciendo su corriente en titánico impulso, recorre la Cueva en una extensión de 300 metros. Sobre el río y a una altura de 50 metros se presenta maravilloso un plafón circular de unos 20 metros de diámetro decorado con diferentes matices que solo se aprecian con cohetes. Pasamos el río en dirección SE. y salimos a un nuevo salón todo cubierto con guano; de aquí, en dirección S., se ofrece a la vista un nuevo pasadizo del cual salen otros muchos de diferentes tamaños y formas; y por todas partes la atronadora algarabía de los guácharos de elegante vuelo. Por este salón se llega, después de recorrer unos 60 metros, al "pulpito" o prolongación pétrea en forma de tribuna sobre el lecho del río Suaza y que da vista a la magnífica portada sur, punto de entrada del río. Esta portada colosal es de grandiosidad no soñada; primero se ofrece a la admiración un portelón roqueño de proporciones giganteas y luego un arco de unos 10 metros de luz. Allí mueren las palabras!

Del "pulpito" se puede seguir a las tribunas, prolongaciones rocosas de 0.40 mts. de ancho donde se aprecia el curso del Suaza a 30 metros de profundidad y la grandiosa techumbre de diferentes colores. En este momento Betancourt tuvo la grandiosa idea de apagar las luces; la oscuridad más profunda y medrosa llenó la caverna; según el guía, no se veía ni para conversar.

Desanduvimos el camino, repasamos el río y, por medio de una rústica escalera, subimos al segundo piso de la cueva, a la "cueva del Tigre", descrita por Hermann von Walde Waldegg (The National Geographic Magazzine, número 5 del volumen 77, mayo de 1940) en el novelesco artículo sobre su visita al sur del Huila. Lo mismo que la anterior, esta cueva presenta un pasillo prolongado con sucesivas derivaciones hasta dar a un salón de esplendente cielo raso de 80 metros de largo sin ningún apoyo, un verdadero milagro de arquitectura natural. Nuevos fósiles y un registro de la temperatura que nos dio una medida de 12º C. dentro de la caverna. Con el espíritu abrumado ante semejante majestuosidad salimos a la puerta. Eran las dos y media y habíamos recorrido el laberinto durante dos horas completas. Nuestro silencio era la mejor medida de las sensaciones recibidas.

La parte conocida de la "Cueva de los Guácharos" cubre una extensión aproximadamente de seis hectáreas y es, sin lugar a dudas, uno de los lugares turísticos más notables de la república, si no el mayor.

El guácharo, ave que ha dado el nombre a la cueva, es el Steatornis Caripensis, familia de las caprimúlgidas, orden de las macroquias. Es un ave de color pardo castaño y de gran envergadura; se alimenta del fruto de la palma de milpesos que trae de sus vuelos nocturnos a la región del Caquetá. Hasta donde tenemos noticia, el primer científico que habló de este animal fue el sabio alemán barón de Humboldt en la visita que hizo en 1796 a la Cueva de los Guácharos del valle del Caripe, Maturín, en Venezuela, visitada más tarde por el coronel Agustín Codazzi en 1873.

Los fósiles que recolectamos hemos podido identificarlos como Braquiópodos de las especies Spirifer Bouchardi y Rhinchonella Orbiguina, lo que hace pensar que dicha cueva pertenezca a la era paleozoica, terrenos de tipo cámbrico o devónico. La visita de peritos en la materia dará la última palabra sobre el particular.

La anterior descripción hubimos de publicarla en las Páginas Literarias de "El Siglo" de Bogotá en su edición del 13 de octubre de 1945. Hoy la reproducimos como apéndice de nuestro estudio por cuanto revalúa algunos conceptos del antropólogo Walde-Waldegg sin que hayan sido rectificados.

1 comentario:

A.J. Megoz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

FRAGMENTO DE UNA PINTURA

FRAGMENTO DE UNA PINTURA
Viajamos en un planeta en el que no sabemos quienes son nuestros compañeros de viaje, nuestros vecinos, llevamos como equipaje, muchas veces, lo que no necesitamos cuando lleguemos a donde suponemos ir y es posible que se nos olvide de donde venimos y para donde vamos, somos bastante inconscientes de lo que hacemos con nuestro destino.

SCOUTS

SCOUTS
SCOUTS 1968 - COLBOLIVAR GARZON - 1 SILVANO GUEVARA 2 IVAN GONZALEZ

BACHILLERES 1973 - COLEGIO NACIONAL SIMON BOLIVAR DE GARZON HUILA

Bachilleres 1973 - Institución Educativa "SIMON BOLIVAR" - Garzón Huila

Murio hace 40 años

Murio hace 40 años

Poemas de Joaquín Peña Gutiérrez

A Henry Macías Ramírez
compañero asesinado cuando
empedraba las frágiles paredes
de esta noche que por ahora
es nuestra patria.

I

Ellos
compañero
siembran nuestra esperanza
cada vez que entierran nuestras vidas
Ellos
compañero
siembran nuestro mañana
sellándonos ahora la mirada
Esta, compañero
nuestra disculpa a una muerte
y la justificación de una vida
Ellos
compañero
necesitan transitar nuestras avenidas
con sus balas sellos u.s.a.
para mantener limpios de nuestras hambres
sus oscuros rumiaderos
Ellos
compañero
por eso voltearon tu boca viento mañanero
y callaron tu canto río lleno
y pudrieron tus piernas carrera verde
y aquietaron tu corazón torrente
escarbándote la vida
c o m p a ñ e r o

II

Aún no te había crecido
la ternura a la altura del dolor
y el amor era apenas una sucia mueca
del diario arrastrarse de la miseria regada
pero aun así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombra las pupilas
Aún biches eran tus manos
y tu espalda aún frágil
para levantar tanta impudicia
y cargar este sufrimiento acallado de nuestro pueblo
pero aún así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombra las pupilas
Aún tenias corta la mirada
y no te alcanzaron los ojos
para divisar lo escondido detrás de las balas:
el fulminante dorado que las hace estallar
a la menor insinuación de ruido en sus predios
pero aún así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombra las pupilas
Aún tus pasos
no eran pasos para recorrer
una larga distancia hacia la vida
ni tus pies conocían ya
cuánto silencio tenían que romper
pero aún así
llegaron ellos
y te llenaron
la boca de silencio
y de sombras las pupilas
Tu corazón,
era tan pequeño aún tu corazón
tenias aún tan niño el corazón
que no pudo albergar la vida
junto a ese frío tremendo
que te acuñaron
y ese frío no podía cohabitar con la vida
ni tampoco quiso salirse de tu costado
porque él no era más que
el remecero servicial
que te traía la eternidad
en el sombrío golpeteo de las balas.


JOAQUÍN PEÑA GUTIÉRREZ
Bogotá, mayo 13/73.
Tomados de LECTURAS DOMINICALES - EL TIEMPO

EL TRIBUNO DEL PUEBLO

EL TRIBUNO DEL PUEBLO
José Acevedo y Gómez